Desde el 09 de diciembre de 1824, los peruanos celebramos el aniversario del triunfo del Ejército Unido al mando del mariscal José de Sucre contra el Ejército colonialista al mando del virrey José de la Serna, en las Pampas de La Quinua, en las faldas del cerro Condorcunca, Ayacucho.
Con la derrota se culminó el proceso de la independencia del Perú del vasallaje español y las amenazas a los países vecinos liberados con anterioridad.
Los clarines del Ejército Unido, que desde la pampa de La Quinua confirmaron al mundo que el Perú es “libre e independiente por la voluntad general de los pueblos y por la justicia que Dios defiende”, hoy nos convocan a todos para la reflexión y el homenaje.
Ayacucho y sus hombres son un ejemplo aleccionador. En esta oportunidad la evolución que experimenta nuestra patria no depende de un solo hecho o de algún predestinado o partido político, es un proceso vivo, ardoroso y perseverante en el cual todos somos necesarios, nadie es indispensable. La más pequeña y el más humilde de los actos puede pesar decisivamente en la balanza de los imponderables y torcer el curso de la historia.
Ayacucho es una lección fecunda y una enseñanza hermosa que nos legó esa jornada gloriosa, más que por sus consecuencias materiales, por sus consecuencias espirituales intangibles e inmensurables porque se refiere a: ¡La libertad!
Para la mejor comprensión de los hechos, conviene describir el escenario en el que se realizó el triunfo del Ejército Unido.
El espacio geográfico de Ayacucho (Rincón de los muertos) fue y es el escenario de muchos hechos trascendentes de nuestra historia, crisol multiétnico y multicultural producto del choque de las culturas Wari e Inca, del enfrentamiento entre los conquistadores y las huestes de Manco Inca refugiadas en Vilcabamba, campo de batalla entre almagristas y pizarristas, cuyos testimonios vivos son los famosos morochucos, teatro de operaciones de la Campaña de la Breña liderada por el ilustre ayacuchano, coronel Andrés Avelino Cáceres, lucha del Ejército contra Sendero Luminoso y contra el terrorismo narcotraficante y hoy lucha en el teatro del VRAE. ¿Qué raro designio, ser el teatro de operaciones de la lucha por el Perú?
Para expresar nuestro homenaje , recurro a las palabras de Jorge Basadre: “Pero, a pesar de todas las circunstancias adversas o infaustas en la primera parte del siglo XIX peruano, el Ejército representó a la Nación. Sin Junín y Ayacucho, la Patria no habría emergido. Frente a los peligros de mutilación, desintegración o disolución, hombres de uniforme preservaron a la persona nacional.
Rindamos nuestro homenaje a los hombres de Ayacucho de ayer y de hoy que exponen su vida a pesar de la escasez, la ingratitud y las incomprensiones de los políticos. Aprendamos de ellos el sacrificio supremo de defender la Patria con lo que tenemos, no esperemos más porque no nos lo van a dar. “La tropa hambrienta, pero siempre erguida no implora una limosna de su suerte. Es una avanzada de la vida que presenta sus armas a la muerte” (Chocano). Seamos insaciables en la aspiración sincera de construir un Perú mejor con personas preparadas y listas para todo.
Aquí les dejamos algunas Frases que quedaran en la historia
“Expóngase usted, general, a todas las contingencias de una batalla antes que a los peligros de una retirada”. Simón Bolivar a Sucre
“De los esfuerzos de hoy depende la suerte de América del Sur; otro de gloria va a coronar vuestra admirable constancia. ¡Soldados!: ¡Viva el Libertador! ¡Viva Bolívar, Salvador del Perú!.” Jose de Sucre a sus soldados
«Yo no quiero medios para escapar y conservo mi espada para vencer, adelante, fuego a discreción y a paso de vencedores». General Cordova
«Aquello se perdió, mi general, como se pierden las batallas«. Soldado Español.
«Habéis libertado a la América Meridional y una cuarta parte del mundo es el monumento de vuestra gloria; ¿Dónde no habéis vencido?» Simon Bolivar despues de la Batalla.