En el mundo hay ciudades que se caracterizan por conmover al viajero desde que uno pisa su tierra. Ese es el caso de Ayacucho, ciudad llena de historia desde su Plaza de Armas hasta cada una de las 33 iglesias que acoge. Cuna de artesanos que no se ciñen solo a la producción de los clásicos retablos. Muestra de ello es el barrio de Huamanga que alberga a familias de artistas que forman parte ya del circuito turístico.
Solo por recomendar tres lugares, tenemos a Belén, Santa Ana y Quinua, especializados en retablos, textiles y cerámica respectivamente. Noé Pizarro, guía y retablista, muestra su taller a los viajeros ávidos por conocer no solo el resultado de su trabajo sino también el proceso que toma realizar una obra. Además, aquí también se puede comprar retablos. Los hay desde muy pequeños, que demoran dos días en hacerse, hasta los de cinco metros de alto. El cielo es el límite para los artesanos ayacuchanos quienes ya muestran sus obras en muchas partes del mundo.
En el barrio de Santa Ana, podemos apreciar los famosos telares artesanales y que usted se puede llevar a casa piezas hechas con fibra 90% naturales y en variedad de técnicas que se manifiestan en hermosos diseños. Si tiene poco tiempo y desea visitar un solo lugar, le recomendamos el taller de Maximino Límaco, quien vende piezas que van desde iglesias hasta personajes característicos del lugar.
Por último, Quinua (a 35 minutos de Huamanga) resulta un punto obligado a visitar no solo por su Pampa donde se llevó a cabo la batalla de Ayacucho sino por su pueblo dedicado a la cerámica en su máxima expresión.
PUEBLO RELIGIOSO
Tanto dentro como fuera de Huamanga están distribuidas las famosas 33 iglesias. Dese un paseo por cada una de ellas, la mayoría son accesibles y se puede ingresar sin problemas, salvo en las horas de culto ya que muchas también son conventos, aunque esta última regla se obvia en Semana Santa. Una de los templos más antiguos es el del barrio de Belén, que guarda aún las huellas de la violencia terrorista, pero que no ha perdido su magia a pesar del tiempo.
MIREMOS MÁS ALLÁ
El mirador de Acuchimay de Huamanga es conocido por su estructura de portales y porque desde allí se puede ver tanto Huamanga como sus alrededores. Y aunque anualmente se realiza allí una fiesta dedicada a la actividad agrícola, el resto del año es muy tranquilo para admirar la vista. Otro de los atractivos principales es Wari, complejo arqueológico ubicado a 22 km de la ciudad y que comprende la piedra de sacrificio, el templo mayor, el sector ceremonial, el cheqo wasi y el museo de sitio, cuyas entradas fluctúan entre S/.1 (niños) y S/.3 (adultos).