ayacucho destino inolvidable

Ayacucho siempre sera un destino inolvidable y profundo

Este recorrido nos lleva por tres provincias del sur de Ayacucho: Lucanas, Parinacochas y Páucar del Sara Sara. Las vicuñas aparecieron de pronto y tras el aletargado viaje desde Nasca (por la ruta 26), nuestros corazones despertaron en un instante. 

Estábamos en la provincia de Lucanas, en una gran meseta densamente poblada por hermosas y esquivas vicuñas. Se trata de Pampa Galeras, más de 60 mil hectáreas de ichu, de las cuales 6500 forman parte de una reserva protegida por el Estado desde 1967.




El pueblo de Lucanas queda junto a la ruta 26 y nos recibe con el frío de la madrugada para luego dar paso al intenso sol del amanecer que nos despoja no sólo del abrigo, sino también del cansancio, y motivados por el entusiasmo de los jóvenes comuneros que se vienen organizando para promover el turismo, nos dirigimos hacia el sitio arqueológico de Pullapucco: 300 construcciones circulares, entre pircas y habitaciones derruidas. La vegetación cubre gran parte de ellas, sin embargo encontramos tres cámaras funerarias hechas con grandes piedras labradas, que se encuentran en muy buen estado de conservación.
Nos fuimos de Lucanas entendiendo un poquito del duro trabajo con la fibra de vicuña, conociendo un interesante lugar arqueológico, y habiendo aprendido en el campo que la achicoria es buena para el hígado y los riñones, la tantarca es de lo mejor para las amígdalas, el chanchanco y la muña alivian males estomacales, y que la puca gitana y el latacc son buenas para la gripe y los bronquios. Los campos de Lucanas parecen ser todo un laboratorio.
 

Escalera al Cielo

Luego de una noche fugaz y poco grata en Puquio, la capital de la provincia de Lucanas, salimos hacia Andamarca, capital del distrito de Carmen Salcedo: uno de los lugares más hermosos de este viaje. Para llegar hasta allí debíamos recorrer aproximadamente nueve kilómetros por la ruta 26 y entrar a un camino afirmado en un desvío, a la izquierda de la carretera.




 
Cada curva de las tres horas de camino ofrece una sorpresa. Lo primero que encontramos es la represa de Pachaya; unos treinta minutos más por el mismo camino nos permiten llegar a las aguas termales de Jeronta. Las vizcachas cruzan la carretera con un ritmo perturbado hasta perderse entre las peñas que las protegen. El camino sigue deslumbrándonos con más lagunas y más fauna, hasta llegar a Andamarca.
La luna repartiendo su delicada luz por el sur de Ayacucho.
 
Esta olvidada comarca nos recibe con un leve viento cálido, que roza los maizales a punto de ser cosechados. El río Negromayo refleja desde el fondo del valle los rayos del sol, y nuestra mirada recorre de abajo a arriba esa increíble geografía tatuada por andenes que nos llevan  hasta el cielo.
 
La plaza, como casi todas las que conocimos en este viaje, es austera y muy linda: poco cemento, flores del lugar y pequeñas fuentes. Andamarca nos recibe con una iglesia construida en 1913, un reloj detenido a las 6 y 30, y la luna instalada en pleno día.
 Ayacucho siempre sera un destino inolvidable
Detalle de madera labrada en la iglesia de Aucara. Mamacha con plato de Humancanca (cabeza de alpaca asada).
A pocos metros del pueblo se encuentra Caniche, considerado el sitio arqueológico más grande del sur de Ayacucho. Es probablemente la ruina Wari menos estudiada y mejor conservada de la que se tenga registro. Casi intactas, las imponentes construcciones circulares permanecen erguidas en lo alto de la loma que separan las tierras de Andamarca del anexo de Chiricre. La experiencia de pasear por estas ruinas, observando los colores de las cosechas, sintiendo el calor serrano en la piel y adentrándonos en la apacible vida de Andamarca, es insuperable. Fue una deliciosa noche de silencio.

Agua de Coracora

Para llegar con tranquilidad a Coracora, la capital de la provincia de Parinacochas, es necesario salir temprano desde Puquio. Una hora y media por la carretera 26 hasta tomar un desvío a la altura del pequeño poblado de Negromayo. Este camino no está en buen estado y hay que tener una buena camioneta 4 x 4 para poder hacerlo.
 Igual de fuerte tiene que ser el físico si se quiere llegar hasta las ruinas de Huaman Percca (muro del águila), una pequeña y aislada construcción ubicada a unos 4700 msnm. Se trata de una construcción posiblemente inca, desde la que se tiene una insuperable vista al conjunto de lagunas de esta zona y de los nevados Harguarazu y Palla Palla. Los pobladores de esta área se dedican al pastoreo y venta de auquénidos; por eso, a la bajada de la ruina nos esperaba una rica humancanca: carne de la cabeza de alpaca ahumada.
Camino a Coracora se encuentra la laguna de Yahurihuiri que resplandece bajo el nevado de Palla Palla.
Siguiendo por la ruta de esta geografía digna de Marte, se encuentran los baños termales de Humaccunsiri. Llegamos al lugar casi al anochecer y a pesar del frío (unos 10 grados), nos introdujimos en sus cálidas aguas. La experiencia reparó el desgaste del largo viaje y nos preparó para los días siguientes.

Parinacochas: espejo de vida

Salimos de madrugada hacia la laguna de Parinacochas. Fuimos testigos de la caída de los primeros rayos de sol sobre un Incahuasi ubicado al oeste, junto al gran espejo de agua. Para acercarse a sus orillas es necesario llegar al pueblo de Puyusca Incuyo. La ruta es confusa, pero luego avisoramos una  extensa pampa de ichu y tola. Nunca imaginamos tanta vida en estas alturas… el paisaje era soberbio: el volcán Sarasara precedía la inmensa puna, sobre la que corrían vicuñas; y la laguna colmada de parihuanas y patos completaban el cuadro de perfección digno de un poema japonés (haiku).
Flamencos andinos levantan vuelo sobre laguna de Parinacochas.

Pauza con z

Aunque en los mapas aparezca como Pausa, acá reivindican la “z” como signo de su identidad, tanto así que es considerada “La capital cervantina de América”. Para los que no dejamos de sorprendernos con nuestro país, nos emociona enterarnos que en este antiguo pueblo de la colonia española se hizo la segunda escenificación del Quijote de la Mancha, sólo dos años después de su publicación, en 1605. Esto ocurrió gracias al homenaje que el corregidor de estas tierras, Don Pedro de Salamanca, quiso dar al nombramiento del Virrey Juan Mendoza y Luna, el Marqués de Montesclaros.
 
Volviendo a la ruta, desde la laguna de Parinacocha hasta Pauza, la capital de Páucar del Sara Sara, el viaje dura unas tres horas. La geografía es tan deslumbrante como las anteriores, pero esta vez la carretera pasa por la ladera del volcán Sarasara y baja por un serpentín interminable, estrecho y muy empinado hasta los 2500 msnm., pero el vértigo puede menos que las ganas de seguir disfrutando de las montañas. Antes de llegar a Pauza pasamos por Quilcata, un pequeño pueblo rodeado por infinita andenería Wari.
MONTAÑA SAGRADA. Volcán Sara Sara
Ya en nuestro destino y algo exhaustos por el largo viaje, descansamos acampando junto a los baños termales de Mirmaca, ubicados en una apacible quebrada desde la que baja un pequeño afluente del río Huancahuanca. Este lugar es el mejor ejemplo del buen manejo intuitivo de arquitectura y respeto por el entorno geográfico. Fue construido a pulso por los hermanos Nizano y es un complejo de cuatro piscinas: tres con agua muy caliente y una de veinticinco metros con agua tibia. Fue una gran experiencia retar a la fría noche flotando boca arriba, mirando un cielo intensamente estrellado, hasta ver desaparecer las estrellas opacadas por la luna llena.
 
A la mañana siguiente el destino es la catarata de Tarayacu. Para llegar a ella había que andar en camioneta una hora y cruzar los pueblos de Mirmaca, San Sebastián de Sacraca, Lampa y Marcabamba. La catarata puede verse desde la carretera, pero no hay nada como disfrutar del sonido y del rocío, a los pies de una caída de agua de 80 metros.
El gran tajo que forma el río Uchubamba es conocido como el Cañón de los Cóndores.
Muy cerca de Pauza, pero en la dirección contraria de esta catarata, se encuentra el corte geológico de Uchubamba, bautizado como el Cañón de los Cóndores, por la continua presencia en esta zona del ave más grande del planeta. Es una impresionante caída de unos mil metros de altura hasta el río Uchubamba, afluente del Ocoña.
El Sur de Ayacucho es realmente un lugar apasionante; cada uno de sus pequeños pueblos cuenta con una gran historia y una excepcional geografía. Nosotros esperamos regresar y si usted aún no conoce esta zona, póngala en la agenda de sus próximas vacaciones.
Ayacucho siempre será un destino inolvidable…
Texto: Gabriel Aller
Fotos: Luis Yupanqui
Ayacucho siempre sera un destino inolvidable

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